
Conozco a Bente desde el año 2002. Tenía una sonrisa muy inocente, limpia, dulce.
Esa noche la besé por primera vez. Admito que fué algo fuera de lugar, quiero decir que no era el lugar y, tal vez, tampoco el momento; pero ya no podía esperar más y simplemente lo hice. Inmediatamente sentí algo que no puedo llamar rechazo pero tenía algo que ver con esto que dije de la inoportunidad de mi accionar. Luego pensé que tal vez había apurado demasiado el trámite y que podría haberlo perdido todo por eso.
Pero no. Bente está hoy conmigo ; vamos juntos en algo que si no lo es, al menos se parece demasiado a la felicidad.
Bente es tan dulce como parece y tan inteligente que a veces da miedo porque sabe cosas desde hace tanto tiempo, que vos siquiera sospeachabas desde hacía menos.